lunes, 10 de junio de 2019

En familia

La siguiente crónica, probablemente, ya haya sido narrada anteriormente con otros protagonistas, pues, ya tiene varios años y las circunstancias en que sucedieron los hechos no fueron archivadas por las autoridades pertinentes. Esto que les narraré a continuación, me lo había contado un compañero de trabajo. Según él, esto le había sucedido a una prima suya, aunque no me dio detalles del lugar donde habían ocurridos los hechos; quizás, para salvaguardar la memoria de los implicados.
El tema es que un día, una mujer, cuyo nombre había mencionado como Claudia, llevaba a sus dos hijos a la escuela. Martín, de unos dieciséis años de edad y Mariana, de quince. Un trabajo rutinario que se repetía a diario y que consistía en recorrer unas ocho cuadras en la camioneta utilitaria del esposo.
Sucede que, un día de esos, la camioneta amaneció fallada y, por alguna razón que ella no sabía, ésta simplemente no arrancaba. Martín estaba engripado, por lo que sólo había que llevar a la pequeña Mariana. Y lo más rápido posible, porque se hacía tarde. Pero la joven, aceptó ir sola, alegando no ser un recorrido lejano. La madre, aceptó. Pasado el mediodía, con la camioneta arreglada, Claudia fue al colegio a buscar a su hija, pero para su sorpresa, ésta se había retirado una hora antes, por su cuenta debido a un profesor que había faltado Sin embargo, Mariana no había llegado a casa. Se tranquilizó y espero a llegar a casa para llamar a alguna de sus compañeras para saber de su hija. Pero la angustia se hizo presente al recibir negativas en las respuestas: Mariana se había ido sola hasta su casa.
Martín, se había ido al médico a revisar su gripe, por lo que esperó a que éste llegara para dar aviso a la policía. Luego de tres horas de espera, el muchacho se hizo presente y fueron juntos hacia la comisaría del pueblo. De inmediato, comenzó un rastrillaje para dar con el paradero de la joven, pero todos los esfuerzos fueron en vano.
Ya habían pasado varios días y de los días pasaron a semanas y luego meses.. Concretamente, siete meses más tardes, una nota aparecía en el parabrisas del auto familiar. La misma, contaba el peor desenlace que podían jamás esperar.
Una persona, la que redactada la carta, daba las coordenadas donde estaba escondido el cadáver de la joven. Sin explicar nada, ni un por qué o qué relación tenía la pobre Mariana en el asunto. Era una nota fría que sólo daba detalles técnicos sobre cómo encontrar el cuerpo y nada más. Inmediatamente y con la fuerza policial, dieron con el lugar indicado. En las afueras de la ciudad, en una parte del bosque algo inaccesible, y a dos metros, enterrada bajo una capa de piedras, basura y más piedras, se hallaban los restos de la muchacha.

No voy a explayarme sobre los sentimientos encontrados de la familia, que ya serán obvias, pero sí, adentrarme en el desenlace de este relato, mucho más tétrico de lo esperado.
Ya habían pasado dos años de lo ocurrido, pero tanto Claudia, como su hijo, aun no estaban por completo recuperados de aquel trauma. Ambos casi no hablaban con nadie, se habían alejado de cualquier vínculo social y familiar. Casi no salían de la casa, salvo, para cuestiones necesariamente obligadas.
Martín, aviso a su madre que saldría a dar una vuelta y volvería en unas horas. Claudia, pensó también que debería hacer lo mismo, pero desistió al encontrar un sobre debajo de la puerta. La misma, le heló la sangre: era la misma letra del que había avisado del paradero de Mariana. La misma, describía que nunca tuvo la idea de matar a la joven. Simplemente tuvo que hacerlo porque estaba profundamente enamorado de  ella, pero ella no podía comprender eso, ella no lo aceptaba a aquel y eso, le daba mucha rabia. Por último, se disculpaba ante la familia por lo sucedido, que no tenía pensado matarla. Jamás había matado a nadie y que cada día de su vida, no deja de pensar en ella. Que si pudiera volver el tiempo atrás y evitar hacer lo que hizo.
Al finalizar, describió que el dolor era tan grande que ya no tenía ganas de seguir y,  a continuación, dio las coordenadas para encontrar su cadáver.
Grande y terrorífica fue su sorpresa, al encontrar en ese punto indicado, el cuerpo muerto y colgado de su propio hijo, Martín...

Buenas noches



La casa del bosque

Un hombre fue de visita a otro pueblo cuyos motivos no tienen relevancia ahora, y para acortar camino, se te ocurrió caminar por el bosque. Pero él no conocía bien aquellos lugares y se perdió entre la excedida maleza.

El hombre estaba demasiado  preocupado porque ya era  de noche y la una fuerte lluvia lo sorprendió. Pero la suerte parecía estar de su lado, ya que se topó con una pequeña casa de madera. Tocó a la puerta, pero nadie salió a abrirle; entonces el forzó la misma y ésta se abrió lentamente y rechinando por lo antiguo que debía ser. Ya era de medianoche y la lluvia no se calmaba, así que decidió pasar la velada nocturna allí dentro. Había poca visibilidad pero se lograba ver que la casa era de un solo cuarto, con extraños retratos de gente que parecía verlo con una horrible mirada; todos los retratos parecían haber sido tomados en ese mismo bosque.
El hombre fue rápido a la cama y se tapó para no ver los retratos que cada vez parecían más estarlo viendo.

A la mañana siguiente, al hombre le dio mucha curiosidad de ver si los retratos se veían igual de feos a la luz del día, pero se sorprendió al ver que en la casa no había ni un solo retrato, sino muchas ventanas al exterior......

miércoles, 5 de junio de 2019

Instantánea (I)

Diego llegaba tarde y ebrio a casa y Mariana lo esperaba con un plato que había aprendido en clase de cocina, aunque la salsa le salio  y solo agria. Él se sentó, olió la comida y al probarla refunfuñó y arrojó el plato completo al suelo. 
Luego de golpearla, se sirvió vino y aseveró:
- ''Si lo que querías era envenenarme, fallaste''
Paradójico, murió segundos luego de que el cianuro del vino hiciera efecto.



sábado, 9 de diciembre de 2017

Paola


Paola se había levantado tarde y también,algo extraña. Con un dolor fuerte en la garganta, temió que fuera algún tipo de angina. Ella vivía en el subsuelo de la casona ubicada al sur de la ciudad, una zona residencial tranquila, donde habita la clase media y alta de todo el distrito. Ocacionalmente, su habitación solía ser un cuarto pequeño, justo al costado del de sus padres. Pero ella, desde hace unos meses, eligió la enorme habitación del sótano. En realidad, se trataba de un viejo depósito, que ella misma remodeló para convertirla en un dormitorio juvenil estándar.
P
ero esa mañana, algo salió mal. Su madre, pensó que Paola había salido temprano al colegio. En su apuro, quizás, vio conveniente cerrarla con llave a fin de evitar algún robo (excusa muy extraña, por cierto). Razón por la cual, la adolescente quedó encerrada con la casa vacía y, empeorando la situación, con un gran dolor de garganta. Al principio, lo tomó con calma; pero bastaron unos minutos para que los nervios comenzaran a consumirla:- ¡Abran!- gritó como pudo (había olvidado, por unos segundos, el dolor que la aquejaba) - -¡Papá! ¿Estás? ¡Quedé encerrada!.
Su enojo no era para menos: hoy presentaba un trabajo de literatura para la cual se había preparado por semanas y no quería reprobarlo por ese error absurdo.
-¡Auxilio!- volvió a pedir ayuda - ¡Abran! - a lo que sumó golpes y patadas a la puerta de hierro y madera.
Se le había iluminado la mente, cuando recordó que tenía la llave en su mochila de “Sailor Moon”. Así que corrió a buscarla, sólo para darse cuenta que la había dejado en el comedor de la casa. -¡Mierda!- insultó su suerte- ¡Aghhh!- volvió a gritar corriendo hacia la puerta para darle un golpe con un bastón de hierro que usaba de soporte para su biblioteca.
¡Abran! ¡Estoy encerrada!- insistió- ¡Papá! ¡Abrí!
No podía ser. Se trataba de una broma de muy mal gusto; estaba enojada con su madre, consigo misma por haber elegido adaptar ahí su habitación. ¿En qué había pensado? ¿A quién se le podía ocurrir hacer de un sótano su propia habitación?
El dolor de garganta, como si faltara más dramatismo, aumentaba mucho más. Ya no tenía idea del tiempo estaba transcurriendo. Los nervios podrían hacerle creer que habían pasado horas cuando apenas pasaron unos minutos, o viceversa, tal vez. ¿Cómo podría saberlo? Estaba encerrada, nerviosa y un dolor muy fuerte en la garganta.
Producto de esto, quizás, tuvo la impresión de estar quedándose sin aire, ¿por qué?. Nada de esto ayudaba a calmarla.
¡Ayuda!- golpeando como podía, aquella enorme puerta - ¡Abran! ¡Estoy abajo!
El encierro la sofocaba muy rápidamente, se estaba quedando sin aire y no podía pensar claramente. A punto de rendirse, desesperada, golpeaba la puerta, al tiempo que rompía en llantos. Golpeó durante varios minutos (o al menos, eso creía) la maciza entrada sin respuesta alguna.
De repente, sintió que la puerta, al fin, se movia. Su habitación comenzó a iluminarse con una extraña luz. Una luz que no provenía de algún lugar en concreto, sino de todos los lugares a la vez, ¡hasta desde el suelo provenía!














¿Estaba alucinando? Quizás, lo más probable. Pero algo era seguro y aterrador: Recordó que ella ya no vivía con sus padres ni tampoco asistía al colegio. Se graduó hace cinco años y desde hace tres que estaba viviendo en los suburbios a más de cinco Kilómetros de la ciudad. Tampoco vivía en un sótano. Su hogar de soltera, era un pequeño departamento de dos ambientes ubicada en un primer piso, debajo de otro departamento donde vive un  hombre que ocacionalmente cruza en el supermercado, pero éste parece no reconocerla, ya que rara vez la saluda. Como sea, ¿por qué imaginó tal situación?
El dolor de garganta era intenso y se estaba quedando sin aire. Entonces, en ese mismo instante, notó el terror de aquella situación. El horror, la impotencia y la desesperación frente a los ojos de lo que nunca imaginaría: Su vecino del departamento de arriba, la miraba con furia, a la vez que sus gruesas manos apretaban su propìo cuello.



Paola balbuceaba, casi sin aire, con lágrimas en los ojos. Si aún tenía tiempo y conciencia, se preguntaba por qué o para qué. Sus manos, que razguñaban los brazos robustos del atacante, ya no tenían fuerzas y ambos brazos cayeron por acción de la gravedad. El último llanto y la última mirada se dirigió al costado izquierdo, la fotografía de graduación muy orgullosa junto a su madre, hasta que, por fin, cerró sus ojos...

A.D. Luis

sábado, 2 de diciembre de 2017

¿Quién soy?


1:25 indica informa el reloj de oficial Herbstein mientras cumple su servicio nocturno. Ya se había acostumbrado al horario nocturno de la policía provincial. No puede quejarse: se le asignó una zona residencial bastante tranquilo, las clases más altas del municipio viven aquí.


Bien podría echarse a dormir unas horas, pero Herbstein se considera muy responsable como para caer en esas bajezas.
La tranquilidad de la noche se interrumpió diez minutos más tarde, cuando desde la radio se le informó desde la central:
 -“Sujeto masculino sospechoso en la esquina de Mendoza y Los Pinos, lado norte de las vías”- informaron.
Está a doce cuadras, iría derecho cinco calles hasta Mendoza y luego siete hasta Los Pinos. Probablemente tardaría dos minutos en llegar, pero no prendería la sirena; no pretende que el sospechoso huya, quiere atraparlo al momento.



Y tal como lo imaginó, en dos minutos ya se encontró a cincuenta metros de la intersección de aquellas calles. Pero la mala suerte le jugó en contra: el móvil policial se detuvo por algún fallo que, vaya a saber, qué sería.
-No importa, estoy a seis casas- se dijo y marchó a pie, tan pronto se lo permitieron sus pies.
-No es mi noche hoy, parece- se maldijo - ¡Perra suerte!
Quizás debería replantearse lo que él llamaría “perra suerte”. Sucede que esta parte del barrio es algo particular. poco habitado, Terrenos casi sin edificar. Las calles no están asfaltadas y las luminarias no están en condiciones. Finalmente llegó a la esquina mencionada, pero no hay casas. en las cuatro esquinas, sólo hay baldíos casi abandonados. Malezas, pastizales sin podar, construcciones a medio hacer y tendidos eléctricos casi improvizados y lo peor, ningún sospechoso a la vista. ¿Ni un sospechoso? En realidad, ¡ningún ser vivo a la vista! Herbstein dudó que alguien viviera en esa zona, así que se puso a caminar unos metros sobre la calle Los Pinos en busca de algo. Y si de buscar se trataba, ya no se trataba de buscar sospechosos, sino de vida. Casi cincuenta metros y solo vio dos casas, una de madera a medio hacer y otra de dos plantas completamente a oscuras. Buscó el radio sólo para percatarse que lo olvidó en el auto - ¡Perra suerte!- volvió a insultarse
Los minutos pasan y el oficial comenzaba a ponerse algo nervioso, no quería admitirlo, pero se había perdido ¿cómo podía ser? Sólo fue derecho por Los Pinos hasta la otra esquina. Lo lógico sería volverse pasos hacia atrás y listo. Efectivamente llegó, pero no era la calle Mendoza, no recuerda la casa de madera bastante abandonada y de dos pisos, ni mucho menos, el carretón en el terreno del frente. ¿Dónde se metió?
Se planteó dos alternativas: caminar unas calles para ubicarse, o preguntar en alguna casa (si es que hay vida en alguna, claro)
Haría ambas; primero se dispuso a caminar y cruzar tres calles y nada que pudiese recordar. Sí, evidentemente, ya está entrando al estado de nerviosismo, del tipo en que ya comienza a perderse en si mismo. Algo fatal, en alguien que cae en la responsabilidad como lo debería ser un policía seguro de si mismo. Y la fatalidad mental comienza cuando decide doblar a la izquierda, creyendo conocer el lugar; sólo creyendo, porque nada del lugar le es familiar. Claramente, está perdido. Sin vehículo, sin radio y en una zona casi deshabitada; cocteles básicos para perder la razón. Ahora su misión ya no es buscar un sospechoso, ni volver al punto de partida y buscar el móvil. Su nueva misión es encontrar alguna forma de vida en este lugar.
2:45 y aún no se ubicó en espacio, hasta que , finalmente, acaba por encontrar una casa de material y techo de chapas y con un auto, aparentemente, de un modelo cercano al año ‘94. La misma no cuenta con un timbre o algún dispositivo para llamar. La casa está ubicada al fondo del terreno, un  portón de madera despintada bordeaba la vereda; por lo que se dispuso a golpear el portón. Pero tras quince minutos sin encontrar respuestas, comenzó a palmear, exactamente sin respuestas.
-  ¿Qué les voy a decir? ¿soy oficial de policía y me perdí? ¿por qué no? - se interroga - ¡Claro! el móvil se descompuso y necesito informar a central
¡Policía! - ya nervioso - ¡Necesito un teléfono!
Esto ya es humillante. ¿Humillante? Sorprendería saber hasta dónde llegaría tal mala suerte,que olvidó, vaya uno a saber dónde, su identificación policial.
- “¡Perra!” - se dijo a los gritos.
Ya su mente comenzó atrofiarse.
- ¡Aghhh! - vuelve a gritar - ¿qué carajos pasa?
- Policía, ¡abran! -corriendo hacia el portón de de la casa- ¡Abran o tiro la puerta abajo! - pateando con fuerza las maderas de la entrada
- ¡Abran! - pateando con mucha furia.
De alguna manera, tras media hora de gritos y violencia, alguien le oyó. Y no sólo oirle, tambien llamar a emergencias policiales.
Un móvil de seguridad se acerca para su alivio y Herbstein no pierde oportunidad; y al ya tenerlo a unos pocos metros, decide acercarse a identificarse y dar el parte. Pero la mala suerte aquí reaparece en forma de vacío mental. El oficial, olvida su nombre e identificación. ¿quién es ahora? ¿qué les diría?
Bueno, los policías del móvil toman primero la iniciativa, aunque de forma más autoritaria y menos amigable:
- ¡Arriba las manos! - ordenan - !Al piso! ¡al piso!
De pronto, Herbstein se ve a si mismo, no sólo sin su placa, sino que, tampoco sin su arma, ni uniforme. ¿Y su uniforme?
- ¿Y mi uniforme? - piensa mientras los uniformados comienzan el ritual de esposarle - Y mi nombre? ¡quién soy?”
- ¿Quién sos? ¿cómo te llamas? - indaga uno de los policías- ¿qué haces acá?
Y si todo no podía ser más extraño, Herbstein, o quien quiera que sea, mira a su alrededor, sorprendiéndose al ver todas las casas del barrio ubicado al lado norte de las vías. Todas ellas habitadas y calles asfaltadas. Los baldíos y calles de tierra, extrañamente desaparecieron.
- ¿Quién sos? - inadaga nuevamente el policía
- ¿Quién soy? - respondió mirando al policía, al compañero de éste y contemplando el extraño panorama del lugar - ¿quién soy? buena pregunta - dijo
- Muy buena pregunta.



A.D. Luis

Un Nuevo Mensaje

Un nuevo Mensaje



“NUEVO MENSAJE DE xCASSANDRAx” - Leyó Gabriel al encender el monitor de su computadora, por lo que no tardó en abrir la portada de la red social del cual estaba muy a gusto desde hacía unas semanas.




“xCASSANDRAx: ¡Perdón, me había dormido! ¿te quedaste esperando?”

Gabriel o su pseudónimo en aquella red social, BrazoDeHierro, apuró en su respuesta:

“BrazoDeHierro: No, está todo bien ¡yo ya me estaba durmiendo también!
 xCASSANDRAx: Listo, me quedo tranquila entonces. ¿Qué haces en tu viernes nocturno?
BrazoDeHierro: Nada, pizzas de roticería y películas. ¿vos?
xCASSANDRAx: Igual, pero sin pizzas. Restos del almuerzo que me traje del trabajo (soy pobre jajaja)
BrazoDeHierro: ¡Venite a mi casa!
xCASSANDRAx: Recordame dónde vivías, por fa…
BrazoDeHierro: Caseros ¿y vos? ¿Capital?
xCASSANDRAx: Caballito, frente al depósito/taller del subterráneo. Lejitos
BrazoDeHierro: ¿Hace mucho estás conectada? Yo llegué hace una hora. Salí con unos compañeros de trabajo a hacer un festejo Express de cumpleaños
xCASSANDRAx: Supongamos una hora ya. Encima estoy sola en el edificio, la familia de abajo salió de vacaciones por el fin de semana largo y los del segundo piso vienen el domingo recién…
BrazoDeHierro: ¡Bien! ¡fiesta!
xCASSANDRAx: jajaja”

En ese mismo instante, su interlocutora online se desconectó de la red…
¡Seguramente se habría ofendido! No, Gabriel lo dudaba; hacía varios días que ya estaban conversando por ese medio y no era de las personas que se tomaban las palabras a la ligera, manejaba de forma correcta tanto sarcasmo como las humoradas como para tener que tomar por cierto la invitación en broma de armar una fiesta en su departamento. Por lo que sabía, llegó de la localidad de Coronel Suárez hace un año para estudiar Ingeniería de Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional y desde hacía dos meses, consiguió trabajo de medio tiempo en una casa de comidas rápidas en el microcentro porteño. Compartían películas, música y libros en común pero aún así, no se habían visto la cara. Gabriel no quería parecer un apresurado, así que optó por esperar unos días más, a que se acercara la Feria del Libro para invitarla (a modo de excusa) a salir.
Seguramente se cortó la luz. Sí. Ya había pasado eso, y, últimamente, eran comunes los cortes del suministro eléctrico en la zona de esa muchacha. -“No era nada extraño. Aquello fue casualidad, lo se” – Intuía Gabriel, mientras se dispuso a ejercer otras cosas y matar la ansiedad que le provocaba el repentino corte de conversación con aquella chica.
Pasó casi una hora, hasta que la campanilla de sonido de mensajes de la red social le indicaba que su chica no se había extraviado:

“xCASSANDRAx: Perdón!!!!
BrazoDeHierro: ¿Qué pasó?
xCASSANDRAx: No sabés, apagué todo. Hay un tipo afuera, en la entrada que está mirando hacia la ventana desde hace rato. No me di cuenta, pero está todavía ahí. Iba a llamar al 911, pero me acordé que ayer se robaron mi celular
BrazoDeHierro: ¿llamo por vos? Pasame tu dirección. No te preocupes…
xCASSANDRAx: Voy a esperar un rato más y si sigue ahí te digo. Mirá”

La chica le mostraba una fotografía sacada por su web-cam en el que se veía una persona de aspecto algo siniestro apoyado en el paredón de la entrada del departamento.
Dicho sea de paso, la entrada del edificio de tres pisos tenía un mini garaje abierto a modo de entrada, por el que debían caber no más de dos autos. Allí, sobre el lateral derecho, se veía al hombre apostado y, claramente, mirando hacia la ventana del primer piso, donde estaba aquella muchacha (y por lo que le contaba, la única persona en el edificio, aquella noche).

“xCASSANDRAx: ¿Lo viste? Es ese tipo
BrazoDeHierro: ¡Lo estoy viendo! Ya mismo estoy llamando, decime tu dire
xCASSANDRAx: Bancame un segundo que apague la luz. Está viniendo para la entrada el tipo..tiene un palo, no se.. Me conecto y te digo”

Y nuevamente se desconectó. Eso lo angustiaba más. ¿por qué no le escribió la dirección? ¿No esperará que vaya a hacerle algo? Capaz el miedo la volvería más insegura. Si ya tenía un acosador en la calle, quizá no querría tener otro online.
Gabriel agarró su teléfono celular y estaba por marcar el 911 y pedir ayuda, pero ¿qué iba a decir? Tenía algo planeado:
“- Hola, Mi nombre es Gabriel Melchor mi número de Documento es tal y tal. Vivo en tal lugar. Mire, estoy chateando con una chica, vive en Caballito y no tiene teléfono por ahora, pero hay un tipo que la está vigilando desde la calle. Ella está sola. Por favor, manden un patrullero.
- ¿Cuál es la dirección?...”
Estaba en jaque y muy angustiado, ya habían pasado mas de treinta minutos y no tenía noticias de la chica. Apenas se conectara, le pediría su dirección y así enviaría ayuda.
¡Momento! ¡Llamo y les aviso que es frente al depósito/taller del subte! ¿Cómo no se me había ocurrido eso? – Pensó. Aunque no hacía falta. Finalmente tras cuarenta minutos de desespero, sonó nuevamente la campanilla de mensajes de la red social:

“NUEVO MENSAJE DE xCASSANDRAx”
Abrió presuroso para toparse con un mensaje tranquilizador:

“xCASSANDRAx:¡Hola!
BrazoDeHierro: ¿? Llamo a la policía
xCASSANDRAx: JAJAJAJA no pasa nada. ¡Me da vergüenza!
BrazoDeHierro: No entiendo
xCASSANDRAx: El tipo de ahí afuera es un pariente de un vecino que vino a buscar algo. No se animaba a tocar timbre. ¡Me siento una tarada!
BrazoDeHierro: ¿Seguro? Menos mal. Estaba por llamar ya.
xCASSANDRAx: jajaja
BrazoDeHierro: ¿Qué haces entonces?
xCASSANDRAx: Suena el teléfono, debe ser mi mamá
BrazoDeHierro: ¿No era que no tenías teléfono?
BrazoDeHierro: ¿Estás bien? Llamo a la policía…
xCASSANDRAx: No hace falta, estoy bien, me voy a dormir
BrazoDeHierro: Pero mandame una foto por tu web-cam y no te molesto más...”

Tras ese mensaje, la muchacha se desconectó….Gabriel, enmudeció al tiempo que le temblaban las manos
A.D. Luis